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La relación de pareja después de tener un hijo: claves para evitar los problemas más comunes
La llegada de un bebé trae cambios en la vida y también en la relación de pareja… Pero no siempre en positivo. La llegada de un recién nacido en casa suele ser muy satisfactoria, pero también es una situación compleja para ambos padres, debido al cansancio crónico, a los cambios de roles y de prioridades.
Frente a esta situación, es muy habitual que las parejas no tengan tiempo para cuidar la relación o que empiecen a surgir pequeñas riñas que se conviertan en reproches y discusiones más contundentes en un futuro próximo.
Además, la tensión acumulada, el cansancio y las nuevas responsabilidades, dan paso libre a partes de nuestra personalidad, de las que quizás no nos sentimos tan orgullosos…
Si habéis dado a luz hace poco o estáis a punto de hacerlo, este es un momento crucial para cuidar vuestra relación. En este artículo, vamos a ver cuáles son los retos y dificultades más comunes de la pareja en posparto, para evitar que el estrés y la tensión afecte de manera irremediable a los padres y a los vínculos con el bebé
Problemas más comunes de la pareja posparto
Las primeras semanas después del parto son muy delicadas, para ambos progenitores. Es un momento en el que surgen muchas emociones, y en el que es necesario destinar un extra de energía para cuidar al recién llegado.
La llegada del bebé afecta la relación de pareja y muchas veces es más difícil de disfrutar de momentos solos. Por eso, en muchos casos, también es el momento en que surgen más problemas…
La desconfianza aumenta, ambas personas pueden estar más susceptibles a malinterpretar al otro e, incluso, es frecuente pensar en la posibilidad de separarse. De hecho, estos son algunos de los problemas más comunes que se viven durante esta época:
● Se percibe poca implicación por parte del otro, sin conocer el motivo.
● Con la llegada del bebé, el padre puede sentirse excluido de la familia, a causa de la sobre atención de la madre hacia el recién nacido.
● La mamá puede sufrir de inseguridad con su propio cuerpo o estar más cansada de lo habitual, afectando en el terreno sexual de la pareja.
● Un nuevo miembro en la familia puede aumentar la angustia por los problemas económicos, sobre todo si no se dispone de apoyo familiar.
En resumidas cuentas, las primeras semanas después del parto son una auténtica prueba de fuego, que pueden llevar a la pareja al extremo… Y si ambas personas no prestan atención a su relación, incluso esta etapa puede conducir a la separación. Pero, ¿cómo se puede evitar esta situación? ¿Qué se debería tener en cuenta para no dejarse llevar por el estrés del momento?
Cómo evitar los problemas posparto de la pareja
Ahora ya conocéis los principales problemas que podéis vivir durante las primeras semanas después del parto. Vamos a ver cómo se puede evitar para disfrutar de la crianza del pequeño y fortalecer los vínculos de toda la familia.
01. Cuidar una comunicación fluida
Lo más valioso en este periodo será la comunicación abierta en la pareja. Eso ayudará a poder hablar de manera fluida con tu compañero o compañera, para solucionar confusiones, establecer tareas… E ayudaros mutuamente a identificar algunos de los sentimientos y la raíz de estos, con el objetivo de encontrar una solución entre los dos.
Cuando llega un nuevo miembro en la familia, lo más normal es que aparezcan nuevas responsabilidades y sentimientos confusos. Y, muchos de ellos, contradictorios y difíciles de entender. Por ejemplo, pueden surgir preguntas como “¿estoy siendo una buena madre?” o inquietudes que pueden no corresponderse con la imagen de maternidad feliz que tiene la sociedad.
También es un momento en el que pueden surgir malentendidos con efecto dominó en la pareja. Por ejemplo, es posible que el padre sienta una carga de responsabilidad importante a nivel financiero, y decida dedicar más tiempo al trabajo. Frente a este comportamiento, la pareja puede interpretarlo como una escapada de sus responsabilidades paternales. Evitar este tipo de malentendidos, es cuestión de abrirse y dejar fluir la comunicación.
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02. Comprensión y pacienciad
¡La paciencia! Como dice el refrán, “la paciencia es la madre de todas las virtudes”. Y en una época de tantos cambios, debería ser el pilar principal de la relación.
Al cuidar al hijo, quizás uno se da cuenta de que hay acciones de la otra persona con las que no congenia del todo. Sin embargo, cada persona tiene su propia concepción de paternidad, y aquí la clave está en comunicar, comprender y ser pacientes… En otras palabras, ser más amable con uno mismo y con su compañero.
También hay que tener en cuenta que es un momento de cambios de humor abruptos en la mujer que ha estado embarazada, debido a la montaña rusa hormonal que su cuerpo vive después de dar a luz.
Es habitual que haya un desajuste en el deseo sexual, a causa del cansancio o del cambio hormonal. Si estás impaciente por volver a tener una vida sexual activa, recuerda que los dos estáis pasando por grandes cambios. Quizás hablar juntos sobre esta situación, ayudará a buscar la manera para volver a tener ese espacio de intimidad
03. Responsabilidades claras y compartidas
El bebé lo cambió todo. Antes, el foco de la pareja estaba en la relación y en el propio bienestar de cada persona. Sin embargo, al nacer el bebé, la prioridad número uno de ambos progenitores será el pequeño.
También es común que las tareas del hogar o del propio bebé se difuminen: la casa termina siendo un caos y hay una de la dos parejas, habitualmente la madre, que quiere encargarse de todas las tareas del bebé. Eso puede generar un sentimiento de exclusión en el padre. Algunas veces, el padre o la madre puede llegar a sufrir de depresión posparto… También puede terminar afectando a los vínculos con el pequeño y a su desarrollo cognitivo y social.
La presión en la vida cotidiana a menudo aumenta las disputas. Los padres deben recordar que, con su ejemplo, transmiten el modelo de relación y la crianza a la siguiente generación. Aunque el bebé no sabe verbalizar su confusión, puede sentir la atmósfera de la familia.
¿Cómo pueden reducirse las disputas? Una de las maneras es a partir de acordar reglas de juego comunes, si es posible ya antes del nacimiento de un niño. Por ejemplo, es bueno discutir qué tipo de modelos de crianza tiene cada padre de su infancia. También es bueno hablar sobre qué tipo de cosas considera importantes para apoyar el desarrollo de un niño. De este modo, podrán formar una línea de educación común para los próximos años.
Al fin y al cabo, los padres estarán juntos en la relación, y tendrán una responsabilidad compartida de la paternidad y crianza. Esta responsabilidad compartida significa que ambos padres deberán estar igualmente involucrados en todos los asuntos relacionados con el cuidado del niño. Ambos sabrán qué come el niño por las mañanas o cuándo es la hora del baño.
Aunque la situación en casa haya cambiado, lo más recomendable es apreciar la relación con pequeños detalles todos los días. Sobre todo aquellos actos cotidianos, como una cena o un momento juntos, para fortalecer la relación. Es importante entender lo que está pensando la pareja a través de escuchar, y evitando asumir de antemano sus pensamientos.
A la hora de comunicaros, también conviene cuidar la elección de las palabras, el tono de voz, y mostrar aprecio. A pesar del cansancio, es necesario aprovechar los descansos breves y ofrecerlos también a la otra persona. Además, también podéis buscar de manera activa una red de apoyo, más allá de la familia, como los vecinos u otras familias con niños.
En definitiva, cuidar de la relación de la pareja es un punto clave en un periodo tan revolucionario como el de la llegada de un nuevo miembro en la familia. Para superarlo, la comunicación y la paciencia serán esenciales.
Y si sientes que estáis en un punto muerto en la relación u os preocupa que pueda afectar a los lazos con el bebé, es recomendable contar con la ayuda de un profesional.
Tuulikki Trias
Directora del Centro LAPSI
¿Quién soy?
Psiquiatra y psicoterapeuta, especializada en niños y adolescentes.
Tengo especial interés en la psicología perinatal, la primera infancia (0-3 años) y en el trabajo psicoterapéutico del primer vinculo de la madre/padre y el bebé.
Especializada en psicología de gemelos.