blog de psicología, perinatalidad y psiquiatría
El niño no obedece, no me hace caso

«¡No quiero, no quiero, NO!» Las palabras y actitudes que ponen a prueba la paciencia de los padres son frecuentes en muchas familias con niños. Resistirse a las solicitudes e indicaciones de los padres puede tener diversas razones. ¿Qué hacer cuando la resistencia se convierte en un patrón constante?
La edad de la voluntad: expresión de las propias necesidades
Cada niño se desarrolla a su propio ritmo, pero generalmente, entre los 2 y los 3 años, se alcanza el primer pico de esta fase, y muchos niños atraviesan un segundo pico de desafío durante la etapa preescolar.
El desarrollo de nuevas habilidades y la creciente comprensión de la separación de los padres provocan emociones intensas en los niños.
El temperamento innato del niño y la intensidad de sus emociones
La forma en que un niño expresa sus emociones está influenciada, en parte, por su temperamento innato. Mientras que algunos niños reaccionan de forma más visible y ruidosa, los padres de niños más tranquilos podrían no notar con tanta claridad la fase de la voluntad, ya que las reacciones se integran más fácilmente en la rutina diaria.
A pesar de la intensidad de esta fase, es un momento crucial en el desarrollo. Sin embargo, si la resistencia parece prolongarse más allá de lo esperado, ¿qué se puede hacer al respecto?
Cuando un niño no obedece y no hace caso
Si un niño no hace caso o protesta repetidamente y la vida cotidiana se convierte en una constante batalla de voluntades, es importante revisar los siguientes aspectos:
-¿Cómo es el nivel de energía y el estado de alerta del niño? ¿Está comiendo y durmiendo lo suficiente?
Los niños crecen rápidamente, y los padres pueden no siempre estar al tanto de las demandas cambiantes de cada etapa. Tal vez el niño necesite más descanso o nutrición de lo habitual. ¿Ha cambiado su necesidad de dormir o tomar siestas? ¿Está adaptado a su ritmo circadiano?
-¿Sabe el niño lo que se espera de él?
Es fundamental que las instrucciones sean claras y concretas. En lugar de decir «Pórtate bien», sé específico: «Siéntate en la silla hasta que termines tu bocadillo». Esto ayuda a que el niño sepa exactamente lo que se espera de él.
-¿Los adultos actúan de manera coherente con el niño?
Aunque cada adulto tiene su propia personalidad, es esencial que haya coherencia en las normas que se aplican. Si un adulto cede fácilmente mientras otro es estricto, el niño puede sentirse confundido y generar un patrón de comportamiento desafiante. La coherencia en las normas ayuda al niño a sentirse más seguro. Sin embargo, los padres no son iguales, y los niños entienden también diferencias. Es importante, que los padres se ponen de acuerdo sobre las normas importantes.
Los niños más pequeños, en particular, necesitan reglas claras y consistentes. Con el tiempo, el niño comienza a entender las relaciones causa-efecto y la proporcionalidad de las acciones, lo que permite que se puedan negociar ciertos límites y acuerdos.

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-¿Está la vida diaria demasiado ocupada o enfocada en el rendimiento?
A veces, la rutina acelerada de la vida puede desconectar a padres e hijos, lo cual se refleja en las interacciones. Las actividades cotidianas pueden verse marcadas por horarios estrictos o expectativas de rendimiento, como el apresuramiento para llegar a las actividades extracurriculares o las discusiones sobre los deberes escolares. Si sientes que la conexión con tu hijo se ha perdido y las interacciones se vuelven más negativas, es hora de reflexionar sobre cómo mejorar la situación.
La mejor «medicina» suele ser pasar tiempo juntos sin prisas, compartiendo experiencias positivas en el día a día. A menudo, los propios niños proponen ideas para actividades que disfrutan, como cocinar, ver una película o hacer una caminata en el bosque. No siempre es necesario planificar actividades. A veces, 15 minutos de tiempo exclusivo para el niño puede hacer una gran diferencia.
Escucha lo que le preocupa, lo que le motiva, lo que le inspira, o si está preocupado por algo. No te desanimes si no comienza a compartir de inmediato; a menudo, el niño elige el momento que considera más adecuado para él. Los momentos compartidos frecuentemente crean un espacio valioso para compartir tanto experiencias positivas como negativas.
-¿Está la vida diaria demasiado orientada al rendimiento o la perfección?
A veces, las expectativas de alto rendimiento o la vida centrada en logros pueden aumentar el estrés en el hogar, lo que se refleja en el comportamiento de los niños. Si sientes que la vida diaria se ha vuelto demasiado competitiva o agotadora, podría ser útil revisar las prioridades y encontrar tiempo para actividades que no estén orientadas a la productividad.
-¿Ha sido un desafío constante para el niño seguir las reglas o instrucciones durante su vida?
En algunos casos, lo que parece un comportamiento desafiante puede estar relacionado con un trastorno neuropsiquiátrico no diagnosticado, como el TDAH o el trastorno del espectro autista.
La inquietud, impulsividad y dificultades para autorregularse o comprender las situaciones sociales pueden llevar a una resistencia constante, especialmente en entornos con muchos estímulos, como la escuela o la guardería. Los niños con estos trastornos a menudo tienen más dificultades para adaptarse a la carga emocional y social de estos entornos.
Si sospechas que tu hijo podría tener características de un trastorno neuropsiquiátrico, considera consultar con un profesional de salud infantil o un pediatra, para obtener orientación adicional.
Contar con la ayuda de un profesional
En Centro Lapsi ofrecemos psicoterapia individual de niños y terapia familiar, enfocándonos especialmente en tratar las dificultades psicológicas durante la infancia y la etapa escolar. Nos dedicamos a abordar trastornos y dificultades que surgen en esta etapa crítica, buscando también estrechar el vínculo entre los padres y el niño.
Si un niño presenta, durante varias semanas, los síntomas o dificultades que hemos mencionado, es recomendable consultar a un especialista en niños. Con el apoyo profesional, se trata de identificar las causas del malestar y brindar el acompañamiento necesario para favorecer su desarrollo emocional.

Tuulikki Trias
Directora del Centro LAPSI
¿Quién soy?
Psiquiatra y psicoterapeuta, especializada en niños y adolescentes.
Tengo especial interés en la psicología perinatal, la primera infancia (0-3 años) y en el trabajo psicoterapéutico del primer vinculo de la madre/padre y el bebé.
Especializada en psicología de gemelos.